Te pienso, te extraño, te necesito, te quiero, requiero tu presencia, tu tacto, tu voz nombrándome, reconociéndome como el amor que te ama, como el dolor que te duele, como algo, aunque no lo sea, lo que sea, lo que me digas, lo que pienses soy, te sirvo, te alabo, mi vida te entrego cual si fueras mi patria, ni ella me tendrá nunca como te pertenezco. En ti puedo morirme, por ti puedo matarme, pero ven, ámame, al menos abrázame pues si no alimentas al menos una vez mi alma, cualquier gusto adquirido morirá conmigo a su lado.
... y es que escucharte me embelesa, me deleitan vuestros discursos, ya es de por sí muy placentero estar contigo y en cuanto dialogamos me regocijo al saber que nos entendemos, que podemos profundizar en todas nuestras letras y que podemos reír de cualquier banalidad disponible en este mundo lleno de ellas... y es tan estimulantemente que me incitas, me provocas la piel y se eriza buscándote aún sin que la toques; me provocas las manos que se llenan de caricias dispuestas para ti, todas ellas te buscan y mis dedos se entrelazan tratando de sosegar las ansias de tu cuerpo; y me provocas los labios que mientras te hablan quisieran probar cada una de las letras que tus labios besan y beber cada risa que tú sonrisa irradia y besar cada uno de tus labios acallando todas mis dudas y exacerbando cualesquiera de mis deseos... y entonces quiero seguir hablándote, escuchándote, hasta llegar a la cima de tu provocación y de mi...
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