... y es que escucharte me embelesa, me deleitan vuestros discursos, ya es de por sí muy placentero estar contigo y en cuanto dialogamos me regocijo al saber que nos entendemos, que podemos profundizar en todas nuestras letras y que podemos reír de cualquier banalidad disponible en este mundo lleno de ellas... y es tan estimulantemente que me incitas, me provocas la piel y se eriza buscándote aún sin que la toques; me provocas las manos que se llenan de caricias dispuestas para ti, todas ellas te buscan y mis dedos se entrelazan tratando de sosegar las ansias de tu cuerpo; y me provocas los labios que mientras te hablan quisieran probar cada una de las letras que tus labios besan y beber cada risa que tú sonrisa irradia y besar cada uno de tus labios acallando todas mis dudas y exacerbando cualesquiera de mis deseos... y entonces quiero seguir hablándote, escuchándote, hasta llegar a la cima de tu provocación y de mi...
Eros y Tánatos son los dos grandes opuestos de la existencia y conviven constantemente. Ella no se enamora solo quiere que el ser descanse lentamente, el solo busca el placer de cualquier modo, aunque le signifique perecer. Por tanto el amor se complace matando, porque morir de amor es la muerte más “bella” y la muerte enamora a los locos que aman.