Añoro tu presencia como la flor espera ansiosa el rocío matutino, extraño la belleza de tu silueta dibujada en mis pupilas y esa sonrisa de tus ojos, esbozada por aquellos labios carmesí que tantas veces he imaginado acariciando mi boca una y otra vez, suavemente se rozan con los míos y otras más cuál dementes se aprisionan entre dientes, labios y lo que encuentran en ese camino saturado de pasión, no habiendo nada mejor que hablar con esos besos que jamas te he dado, converso con tu ausencia y te sigo añorando.
... y es que escucharte me embelesa, me deleitan vuestros discursos, ya es de por sí muy placentero estar contigo y en cuanto dialogamos me regocijo al saber que nos entendemos, que podemos profundizar en todas nuestras letras y que podemos reír de cualquier banalidad disponible en este mundo lleno de ellas... y es tan estimulantemente que me incitas, me provocas la piel y se eriza buscándote aún sin que la toques; me provocas las manos que se llenan de caricias dispuestas para ti, todas ellas te buscan y mis dedos se entrelazan tratando de sosegar las ansias de tu cuerpo; y me provocas los labios que mientras te hablan quisieran probar cada una de las letras que tus labios besan y beber cada risa que tú sonrisa irradia y besar cada uno de tus labios acallando todas mis dudas y exacerbando cualesquiera de mis deseos... y entonces quiero seguir hablándote, escuchándote, hasta llegar a la cima de tu provocación y de mi...
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