Me parece increíblemente extraño todo lo que provocas en mí, no es que me disguste, solo me asombra de formas extraordinarias, todo en mi universo se expande, cada una de sus galaxias colisionan, la totalidad del espacio se ocupa y el tiempo, no sé si se detiene o se acelera pero cambia, todas las formas de la materia parecen etéreas, la energía fluye y se decanta, el impulso explota, las leyes y constantes físicas que gobiernan lo que conocemos se vuelven impredecibles, peor aún, incomprensibles y todo eso que parece un caos en realidad me da armonía, tranquilidad y genera gran cantidad de polvo de estrellas que me llevan a ti nuevamente, una y otra vez hasta que no puedo pasar de lado en aquel viaje astral... Y todo aquello me lo provocas tan simple y llanamente; no requieres esfuerzo, si quiera verme, mucho menos tocarme, creo que ni necesitas nada: -hola- en contadas veces me dices y así de fácil creas multiversos de sensaciones, sentimientos y pensamientos que alteran toda mi cosmogonía, esa, que intenta dar significado del origen de estas emociones cuánticas dirigidas en todas las paralelas y tangentes hacia ti... no hay escape, al menos no desde el punto en el que ahora me encuentro... tus manos
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura , como siempre tan loca, les propuso: ¿Jugamos a las escondidas? La Intriga levantó la ceja intrigada, y la curiosidad , sin poder contenerse, preguntó: ¿A las escondidas? ¿Cómo es eso? Es un juego, explicó la Locura , en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón. Mientras tanto ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará entonces mi lugar para continuar así el juego. El Entusiasmo bailó secundado de la Euforia , la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda , e incluso a la Apatía , a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?, si al final siempre la hallaban. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el
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