... y es que escucharte me embelesa, me deleitan vuestros discursos, ya es de por sí muy placentero estar contigo y en cuanto dialogamos me regocijo al saber que nos entendemos, que podemos profundizar en todas nuestras letras y que podemos reír de cualquier banalidad disponible en este mundo lleno de ellas... y es tan estimulantemente que me incitas, me provocas la piel y se eriza buscándote aún sin que la toques; me provocas las manos que se llenan de caricias dispuestas para ti, todas ellas te buscan y mis dedos se entrelazan tratando de sosegar las ansias de tu cuerpo; y me provocas los labios que mientras te hablan quisieran probar cada una de las letras que tus labios besan y beber cada risa que tú sonrisa irradia y besar cada uno de tus labios acallando todas mis dudas y exacerbando cualesquiera de mis deseos... y entonces quiero seguir hablándote, escuchándote, hasta llegar a la cima de tu provocación y de mi...
Dos días sin ti, dos consecutivos en el olvido, un par lleno de indiferencia; la relatividad del tiempo toma forma con estos sucesos ¿cómo es posible que un par de días me parezcan tanto? No escribiste, no te presentaste, no hablaste, ni si quiera me saludaste ¿cuánto drama puede uno realizar por tan pequeña obra? Cada segundo sin saber de ti es un puñado de astillas incrustándose en mi corazón... He pensado en amarte a tu manera: lejana, distante, indolente, en ocasiones y solo cuando se me ocurre, parece que ese es el amor más funcional hoy en día...