A veces me gustaría que fueras mía, pero no quiero ser tu dueño solo quiero poseer tu mirada, tus besos, tus abrazos y caricias, que solo sean mías, que me pertenezcan, que me aprisiones entre todas ellas, jamás me sueltes, amárrame a tus abrazos y abrázame también entre tus piernas, presiona tus muslos en mi y deja que me pierda entre ellas; bebiendo, entre labios, con manos y caderas, danzas y amoríos, pasiones y descansos...
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura , como siempre tan loca, les propuso: ¿Jugamos a las escondidas? La Intriga levantó la ceja intrigada, y la curiosidad , sin poder contenerse, preguntó: ¿A las escondidas? ¿Cómo es eso? Es un juego, explicó la Locura , en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón. Mientras tanto ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará entonces mi lugar para continuar así el juego. El Entusiasmo bailó secundado de la Euforia , la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda , e incluso a la Apatía , a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?, si al final siempre la hallaban. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el
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