El concepto de la muerte como una
entidad antropomórfica ha existido en muchas culturas desde los albores de la
humanidad.
En español además del nombre propio
de La Muerte es común emplear el término La Parca proveniente de la mitología
romana.
A partir del siglo XV comenzó a ser representado como una figura
esquelética que lleva capa y capucha.
También se da el nombre del Ángel de la
Muerte. En rigor no hay ninguna mención en la Biblia del Ángel de la Muerte,
sin embargo, hay una mención de Abbaddon (El Destructor) un ángel cuya
verdadera identidad es un misterio; y que corresponde al Ángel del Abismo.
En algunos casos, la Parca es quien
causa la muerte de la víctima, lo que da origen a historias donde a esta se le
puede engañar o sobornar permitiendo así que el condenado sobreviva gracias a
su astucia, como en el caso de Sísifo.
Otras creencias sostienen que el
espectro de la muerte es sólo un psicopompo, que sirve para cortar los últimos
lazos entre el alma y el cuerpo además de para guiar al difunto al otro mundo.
De este modo la figura no tendría ningún control sobre el hecho de la muerte de
la víctima.
En muchos idiomas, como en las lenguas eslavas y romances
(incluyendo el español), la muerte es personificada en forma femenina, mientras que en otros (como el inglés), se percibe como un personaje masculino.
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