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FRAGMENTOS DEL DIÁLOGO DE UN AMOR PERTURBADO

Aquellas madrugadas han sido las más bellas de mi existir; cuando nos veíamos y ese simple hecho cambiaba nuestro humor y después ir a ningún lugar para solo estar viéndonos, abrazándonos, besándonos, hablando, y hablar de tanto sin detenernos, temas sin sentido y otros tan profundos, reír de algunas ocurrencias, hacer varias más, aparentar locura para todos sin que para nosotros fuera extraño. Y tus besos que están sellados en mi boca y jamás he probado labios parecidos ni he sentido besos tan gustosos, tampoco he estado tan cerca de alguien; no solo físicamente, sino a un nivel más allá del entendimiento racional. Y nuestros bailes corporales, únicos, tan duraderos, tan profundos y placenteros, unas rodillas raspadas, desmayos y nosotros.  Más ejercicios juntos, guerras de pasto, mucha comida, bobadas, risas, el mundo de Sofía y La Ciudad de Dios.


¿Qué nos pasó después?   

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