Te pienso, te extraño, te necesito, te quiero, requiero tu presencia, tu tacto, tu voz nombrándome, reconociéndome como el amor que te ama, como el dolor que te duele, como algo, aunque no lo sea, lo que sea, lo que me digas, lo que pienses soy, te sirvo, te alabo, mi vida te entrego cual si fueras mi patria, ni ella me tendrá nunca como te pertenezco. En ti puedo morirme, por ti puedo matarme, pero ven, ámame, al menos abrázame pues si no alimentas al menos una vez mi alma, cualquier gusto adquirido morirá conmigo a su lado.
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura , como siempre tan loca, les propuso: ¿Jugamos a las escondidas? La Intriga levantó la ceja intrigada, y la curiosidad , sin poder contenerse, preguntó: ¿A las escondidas? ¿Cómo es eso? Es un juego, explicó la Locura , en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón. Mientras tanto ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará entonces mi lugar para continuar así el juego. El Entusiasmo bailó secundado de la Euforia , la Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda , e incluso a la Apatía , a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la Verdad prefirió no esconderse, ¿para qué?, si al final siempre la hallaban. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el
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